A propósito de la Ley de Memoria Histórica

Al hilo de una publicación en esta red social, de los comentarios hechos en la misma y puesto que, he observado, que está siendo tema de debate en nuestro pueblo, se me ha despertado el interés por conocer un poco más y mejor el objeto de este debate.
El tema en si es la publicación de un edicto en el Boletín oficial de la provincia, en el que se informa del proceso para cambiar el nombre a varias calles crevillentinas, en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica, Ley 52/2007.
Como dije antes, tras leer la publicación que hizo en facebook un crevillentino, fui una de las personas que emitió su opinión al respecto, haciendo varios comentarios.
Como la ignorancia es muy atrevida y podía pecar de ello al no conocer a las personas que dan nombre a dichas calles, y puesto que tenía algo de tiempo para investigar un poco, eso he decidido hacer.
Así que, después de una breve investigación y sin ánimo de provocar malestar a nadie, ejerciendo mi derecho a la libertad de expresión y como persona nacida en la Transición y ciudadana que vive en democracia desde que me reconozco, voy a dar mi opinión al respecto aquí y ahora, porque me apetece y porque soy libre de hacerlo.
Vaya por delante mi respeto a todos cuantos murieron o sufrieron las barbaridades de la guerra civil y la posterior dictadura, fueran rojos o azules. Ojalá sus vidas sirvan para que no vuelva a repetirse tal infamia.
Vamos por partes.
1. La Ley 52/2007 de 26 de diciembre dice en su Art. 1 titulado «Objeto de la Ley» que: «La presente ley tiene como objeto reconocer y ampliar derechos y establecer medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura (…)».
(Supongo que queda bastante claro que no se omite a nadie ya fuera del bando republicano o del nacional.)
Aquí la Ley presenta un problema porque algunas de las personas que dieron nombre a las calles que se quieren cambiar, fueron ejecutados por milicianos republicanos durante la guerra civil. O sea, sufrieron persecución y violencia, en este caso por parte de republicanos, pero el caso es que la sufrieron.
Por ejemplo, Ramiro de Maeztu, según la Wikipedia fue escritor de la Generación del 98. Fusilado el 29/10/1936.
El informe de los grupos políticos que han propuesto su «destitución» en el callejero, añaden que no se le conoce vínculo con Crevillent.
Es curioso, en nuestro callejero tiene una calle Bécquer, otra Cervantes y otra Blasco Ibáñez, por citar algunos, también escritores y con ninguna vinculación a nuestro pueblo.
Con Maeztu hay otra curiosidad y es que hizo estrecha amistad con Azorín y Baroja, de hecho se denominaban «Grupo de los tres». El primero empezó siendo republicano para acabar siendo monárquico conservador a su muerte. El segundo, anarquista en su juventud, se le atribuye la ideología política denominada como «liberal radical».
La misma contradicción de la ley de memoria histórica se presenta en la persona del sacerdote Pascual Martínez. Si la ley es a favor de quienes padecieron persecución y violencia, no se entiende que se le quite su nombre a la calle. Fue párroco de Belén durante 36 años. Fundador de la Caja de Ahorros de Ntra. Sra. de los Dolores y de la Conferencia San Vicente de Paúl, en nuestra localidad. Ayudaba a los crevillentinos más pobres de la época. Fue asesinado por milicianos republicanos crevillentinos en el km. 14 de la carretera de Elche a Dolores.
2. El segundo punto de mi reflexión es sobre otro dato que, considero importante. Leyendo la sesión plenaria ordinaria de fecha 9 de mayo de 1939, veo que en uno de los puntos del orden del día que fue aprobado el cambio de nombre a algunas calles crevillentinas. Aquel pleno del Ayuntamiento, en tiempos de la recién estrenada dictadura, cambió calles para adjudicárselas a Franco, Jose Antonio, Calvo Sotelo, etc (adjunto fotografía para quien quiera leer la sesión plenaria).
Esas calles, todas ellas, volvieron a cambiar de nombre en tiempos de democracia y antes de que se aprobase la ley de memoria histórica.
3. Por último y en conclusión…
Sigo diciendo que, creo que el cambio de calles va a suponer un gasto, público y privado. Más el segundo que el primero, puesto que muchos autónomos y empresarios tendrán que invertir cambiando rótulos en vehículos, fachadas, membretes, publicidad, direcciones web, etc.
Sigo opinando que, las personas que dan nombre a estas calles tuvieron más vida que el simple hecho de tener una ideología política afín al régimen. Algo que, dicho sea de paso, si no está probado de forma fehaciente, no creo que haya que aceptarlo a pies juntillas. Y que, si así fuera, entiendo como «superado» lo de ser franquista.
En sus vidas puede que muchos hicieran acciones que les hagan merecedores de tener una calle, yo no lo sé, pero creo que se debería investigar. El ejemplo del reverendo Pascual Martínez creo que así lo manifiesta.
De hecho, vuelvo a repetir el ejemplo que cité en uno de mis comentarios sobre la persona de Óskar Schindler, afín y miembro del partido nazi, hoy una ideología innombrable y que, sin embargo, salvó la vida a un importante número de inocentes durante la Segunda Guerra Mundial. Schindler, sepultado en Jerusalén, tiene un monumento que honra su memoria, a pesar de lo controvertido que resulta saber que fue un nazi que salvó a 1.200 judíos.
Y por último, concluyo reiterando mi absoluta convicción de que, en estos asuntos, o se hacen muy bien las cosas o sólo sirven para reabrir heridas de uno y otro bando. Una forma de hablar, la de «uno y otro bando» que tras 40 años de democracia, ya debería ser obsoleta y rancia.
Gracias a todos los que habéis tenido la paciencia de leerme y perdón por el rollo que acabo de soltaros.
Feliç divendres a TOTS els crevillentins!!.
Salomé Lledó Adán

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